La familia De Miguel ha estado vinculada a la viticultura durante varias generaciones. Hoy, el proyecto lo lideran Arturo y Kike, quienes, junto a su padre Roberto de Miguel, decidieron renovar y dar continuidad a los viñedos familiares. De la unión de los nombres de los hijos nace el nombre de la bodega.
Además de revitalizar las tierras heredadas, han asumido un compromiso admirable: buscar y recuperar viñedos abandonados, realizando una labor de restauración que aporta valor tanto al paisaje como al patrimonio vitícola de la región.
Actualmente, la familia trabaja unas 25 hectáreas, distribuidas en 32 parcelas, situadas entre las orillas del río Ebro y las faldas de la Sierra de Cantabria, a una altitud que oscila entre los 400 y 700 metros.
Todos sus viñedos son trabajados con prácticas ecológicas, aunque aún no certificadas oficialmente. Un proyecto con raíces, respeto por la tierra y visión de futuro.
En 2004, Olivier Rivière llegó a España invitado por Telmo Rodríguez, con la misión de convertir sus viñedos a la agricultura biodinámica. Fue entonces cuando comenzó su vínculo con Rioja, una tierra cuya rica historia, diversidad de suelos y variedades de uva capturaron su atención y respeto.
En 2006, Olivier inició su propio proyecto. Debido al alto costo de la tierra en Rioja, decidió intercambiar su conocimiento agrícola por acceso a uvas de algunos de los mejores viñedos de la región, una estrategia que le permitió mantener el control sobre la calidad sin comprometer su filosofía.
Nacido y criado en Cognac, al sur de Burdeos, Olivier se formó en enología en Montagne St-Emilion, con un enfoque especial en prácticas biodinámicas. Su experiencia se enriqueció con trabajos en diversas regiones de prestigio como Burdeos y Borgoña.
Su trayectoria incluye colaboraciones con proyectos de renombre que abarcan desde el universo de los vinos naturales como Elian da Ros y Domaine de Chassorney, hasta íconos ultra-tradicionalistas como Domaine Leroy.
Hoy, sus vinos reflejan un equilibrio único entre técnica, sensibilidad y respeto por el terruño. Autenticidad francesa con corazón riojano.
Desde 1870, cuatro generaciones han estado comprometidas con el cuidado minucioso del viñedo y la elaboración de vinos mediante el tradicional método de Maceración Carbónica. Una historia de más de un siglo, transmitida de padres a hijos con pasión, dedicación y un profundo amor por el vino y su tierra.
El proceso artesanal comienza en el campo. Cada viñedo es tratado de forma única y personalizada, según sus características, con el mismo esmero que se dedica a un ser querido.
Sus viñedos se encuentran en San Vicente de la Sonsierra, al abrigo de la Sierra de Cantabria, una zona privilegiada con un microclima ideal: inviernos fríos y veranos marcados por una fuerte amplitud térmica entre el día y la noche. Los vientos del norte ayudan a mantener la sanidad del fruto y permiten obtener cosechas de gran calidad.
Una bodega donde la tradición, el respeto por la naturaleza y la artesanía se convierten en vino.